Dios no guarda silencio. Se quedó mudo, horrorizado con lo que habíamos hecho con Jesús (horror tantas veces repetido a lo largo de la Historia). Pero recuperó la Palabra. Una fue suficiente: ¡¡VIVE!! El eco de aquella Palabra se mantiene por toda la eternidad. Por eso, también nosotros hemos sido alcanzados por la resurrección. Es lo que debemos anunciar. Es con lo que nos tenemos de comprometer. A no olvidar: alcanzados por la resurrección… invitados a vivir como personas resucitadas.

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